Los cantones de Liberia y La Cruz, ubicados en la provincia de Guanacaste, enfrentan desafíos significativos en materia de seguridad alimentaria debido a los efectos del cambio climático. La región, caracterizada por una alta concentración de poblaciones de bajos recursos que dependen de la agricultura y actividades agropecuarias, se encuentra en una situación vulnerable frente a las variaciones climáticas que afectan la producción de alimentos.
Conscientes de esta realidad, el Consejo Territorial de Desarrollo Rural (CTDR), el Instituto de Desarrollo Rural (INDER), el Consejo Nacional de Rectores (CONARE) y la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL) organizaron el I Foro sobre Cambio Climático y Seguridad Alimentaria. Este evento busca impulsar una agenda territorial que promueva la adaptación y la resiliencia frente a las condiciones climáticas adversas, integrando acciones concretas para garantizar el acceso a alimentos saludables y suficientes para las comunidades.
La urgencia de la seguridad alimentaria en un contexto climático cambiante
El cambio climático ha transformado la dinámica de la producción agrícola en Costa Rica, afectando el rendimiento de cultivos básicos, alterando los ciclos de lluvia y exponiendo a los pequeños productores a riesgos económicos. Durante el foro, Sandra Lezcano, representante de la Universidad Nacional (UNA), destacó la relevancia de priorizar la seguridad alimentaria como un eje estratégico para el desarrollo territorial.
“La seguridad alimentaria fue identificada como uno de los ejes prioritarios de desarrollo este año. Este evento es clave para avanzar en esa agenda. Aquí contamos con insumos respaldados por evidencia científica y experiencias de agricultores locales, que nos orientarán en la creación de una agenda integral que aborde tanto la seguridad alimentaria como los desafíos del cambio climático,” Sandra Lezcano, representante de la Universidad Nacional (UNA)
Acciones prioritarias para la región
El foro reunió a actores clave del ámbito institucional, académico y municipal, quienes definieron tres áreas prioritarias para abordar los desafíos de la región:
- Difundir buenas prácticas agrícolas: Compartir experiencias exitosas de productores locales que han implementado métodos sostenibles para adaptarse al cambio climático.
- Información científica para la toma de decisiones: Utilizar datos confiables y estudios especializados para construir una agenda que guíe las políticas públicas y las acciones del Consejo de Desarrollo Rural Territorial.
- Sensibilización comunitaria: Informar y educar a las organizaciones sociales y gobiernos locales sobre los efectos del cambio climático y las medidas de adaptación necesarias para mitigar sus impactos.
Un modelo de resiliencia desde lo local
La creación de una agenda territorial en seguridad alimentaria para Liberia y La Cruz se fundamenta en los planes aprobados por la Asamblea del CTDR en 2022. Este enfoque busca no solo mitigar los efectos del cambio climático, sino también fortalecer las capacidades locales para garantizar un desarrollo sostenible que beneficie directamente a las comunidades más vulnerables.
Además, se enfatiza la importancia de las soluciones locales y participativas, que permiten a los agricultores adoptar prácticas más resilientes, como el uso de tecnologías sostenibles, sistemas de riego eficientes y diversificación de cultivos. Estas estrategias no solo mejoran la producción agrícola, sino que también contribuyen a la estabilidad económica de las familias rurales.
Hacia un futuro sostenible para Guanacaste
La iniciativa liderada por el CTDR, INDER, CONARE y UNGL representa un paso crucial para transformar los retos climáticos en oportunidades de desarrollo. En un contexto en el que el cambio climático condiciona la producción agropecuaria y amenaza la seguridad alimentaria, es fundamental articular esfuerzos entre instituciones públicas, gobiernos locales y comunidades para construir territorios más resilientes.
Liberia y La Cruz avanzan hacia un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad, demostrando que con planificación estratégica y compromiso comunitario es posible garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las futuras generaciones, incluso en un contexto de desafíos climáticos.
