Jardines públicos: oasis de bienestar mental en medio del cemento

En el ajetreo diario de la vida urbana, los parques y jardines públicos suelen pasar desapercibidos. Sin embargo, estos espacios verdes son mucho más que áreas de recreación: son verdaderos refugios para la mente y el espíritu, lugares donde la naturaleza y el ser humano se encuentran para sanar, inspirar y reconectar. Así lo demuestra la investigación de la académica Dorelia Barahona, de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional (UNA), quien ha dedicado años a estudiar el impacto de estos espacios en la psiquis humana y en la construcción de comunidades más saludables y esperanzadas.

Bajo el título Jardines públicos: ¿lugares de esperanza en la ciudad?, el trabajo de Barahona explora cómo estos entornos influyen en nuestras emociones, creatividad y bienestar mental. Su investigación no solo resalta la importancia de los jardines domésticos, sino que también profundiza en el papel crucial que desempeñan los parques públicos en la vida de las personas, especialmente en un mundo cada vez más urbanizado y desconectado de la naturaleza.

La conexión entre naturaleza y bienestar mental

Barahona inició su investigación enfocándose en los jardines domésticos, aquellos pequeños oasis que muchas personas cultivan en sus hogares. “Me centré primero en los dueños de casas que tienen sus propios jardines, que los cuidan, invierten tiempo, recursos y muestran orgullo si una planta les floreció. Descubrí que hay una reciprocidad muy clara: en tanto una persona cuida su jardín, ese mismo espacio le devuelve salud”, explicó la académica.

Este vínculo entre el cuidado de las plantas y el bienestar emocional no es casual. Estudios científicos han demostrado que la interacción con la naturaleza reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y fomenta la relajación. Los jardines, ya sean privados o públicos, actúan como espacios terapéuticos donde las personas pueden desconectar de las presiones diarias y reconectar consigo mismas.

Pero la investigación de Barahona fue más allá. Inspirada por las teorías del filósofo inglés David Harvey, autor del libro Espacios de esperanza, decidió adentrarse en el estudio de los jardines públicos costarricenses. Para ella, estos espacios representan algo más que áreas verdes: son símbolos de esperanza y cohesión social en medio del caos urbano.

Cuatro jardines, cuatro historias de esperanza

En su recorrido, Barahona identificó cuatro jardines públicos que, a pesar de sus diferencias, comparten un denominador común: su capacidad para generar bienestar y conexión emocional en las comunidades que los rodean.

  1. Parque Zoológico Simón Bolívar: Antes de su cierre en mayo, este espacio era un pulmón verde en el corazón de San José. Aunque su función principal era albergar animales, también servía como un refugio para los habitantes de la ciudad, ofreciendo un respiro de la contaminación y el bullicio urbano. Hoy, en su transición hacia un parque natural protegido, sigue siendo un símbolo de esperanza para la conservación ambiental.
  2. Ruinas del Templo Santiago Apóstol en Cartago: Este sitio, cargado de historia y simbolismo, es más que un vestigio del pasado. Tras el terremoto de 1910, las ruinas se convirtieron en un espacio de encuentro y reflexión para los cartagineses. Hoy, su jardín es un lugar donde la comunidad se reúne para celebrar, recordar y encontrar paz.
  3. Parque Francia en Barrio Escalante: En una zona marcada por el desarrollo urbano acelerado, este parque se ha convertido en un punto de convivencia social. Con sus áreas verdes y su ambiente acogedor, es un espacio donde las personas pueden pasear a sus mascotas, disfrutar de conciertos al aire libre o simplemente sentarse a observar la vida pasar.
  4. Parque de Zarcero: Este icónico jardín, famoso por sus arbustos podados en formas artísticas, es un ejemplo de cómo la creatividad humana y la naturaleza pueden coexistir armoniosamente. Además de ser un atractivo turístico, es un lugar donde los zarcerenses encuentran inspiración y orgullo local.
Más que belleza: beneficios psicológicos, sociales y ambientales

La investigación de Barahona no solo resalta la belleza de estos espacios, sino también sus múltiples beneficios. En el ámbito psicológico, los jardines públicos ofrecen un escape del estrés y la monotonía del entorno urbano. “No es lo mismo que una persona pueda salir y toparse con un lugar verde, donde hay paisajes y naturaleza, a encontrarse solo con concreto, edificios desgastados o acumulación de basura. Todo eso nos afecta de una u otra manera”, reflexionó la académica.

En el plano social, estos espacios fomentan la convivencia y el sentido de comunidad. “Se hacen conciertos, actividades, la gente tiene la oportunidad de reunirse, de sacar a pasear a sus perros, de compartir con otras personas”, señaló Barahona. En un mundo cada vez más individualista, los parques públicos son lugares donde las conexiones humanas se fortalecen.

Desde el punto de vista ambiental, su importancia es incuestionable. Los árboles y plantas en las ciudades no solo embellecen el paisaje, sino que también absorben dióxido de carbono (CO2), ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. En ciudades como San José, donde la contaminación y el calor urbano son problemas crecientes, los espacios verdes son esenciales para mejorar la calidad del aire y ofrecer un respiro a los habitantes.

Una llamada a la acción

A pesar de sus beneficios, Barahona lamenta que los parques públicos sean cada vez más escasos en comparación con la expansión desmedida del cemento. “En San José, más parece una ciudad para parquearse que una ciudad para que los seres humanos caminen”, criticó. Su investigación es un llamado a valorar y proteger estos espacios, no solo como áreas de recreación, sino como pilares del bienestar colectivo.

Próximamente, Barahona plasmará sus hallazgos en el libro Ciudades emocionales, que incluirá sus investigaciones sobre jardines domésticos, espacios de esperanza y parques públicos. Publicado bajo el sello de la Editorial de la Universidad Nacional (EUNA), este trabajo busca inspirar a más personas a reconectar con la naturaleza y a exigir más espacios verdes en sus comunidades.

Mientras tanto, la invitación está abierta: tómese un momento, visite el parque más cercano a su hogar, siéntese en un banco y contemple el entorno. Respire hondo y permita que la naturaleza le regale un momento de paz. Después de todo, como bien lo dice Barahona, los jardines públicos son verdaderos espacios de esperanza en medio de un mundo acelerado.

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