En las calles de Connecticut, Estados Unidos, los postes de alumbrado público están adquiriendo una nueva función: convertirse en estaciones de carga para vehículos eléctricos. Este innovador proyecto, liderado por la empresa Voltpost, podría inspirar a municipalidades costarricenses a buscar soluciones creativas para expandir la infraestructura de carga eléctrica en sus comunidades.
El modelo implementado en Connecticut demuestra cómo se puede aprovechar la infraestructura existente para promover la movilidad sostenible. La empresa adapta los postes de luz ya instalados, transformándolos en estaciones de carga en solo 1 o 2 horas, sin necesidad de realizar grandes obras y a un costo significativamente menor que las estaciones tradicionales.
Para Costa Rica, este sistema podría ser particularmente relevante en cantones urbanos donde el espacio es limitado y la demanda de carga eléctrica va en aumento. Municipios como Curridabat, Heredia o San José podrían beneficiarse de esta tecnología, instalando cargadores en zonas estratégicas como cercanías de universidades, centros comerciales o parques metropolitanos.
La implementación de este modelo requeriría de coordinación entre varios actores. Las municipalidades podrían liderar el proceso, trabajando en conjunto con las empresas eléctricas locales para evaluar la capacidad de la red y determinar los postes más adecuados para la conversión. Además, se podrían establecer alianzas con concesionarios de vehículos eléctricos o empresas privadas interesadas en patrocinar las estaciones de carga.
Un aspecto clave del proyecto en Connecticut que podría replicarse en Costa Rica es el enfoque en comunidades con menor acceso a esta tecnología. Al instalar cargadores en zonas de menor desarrollo socioeconómico, se estaría promoviendo un acceso más equitativo a la movilidad eléctrica, lo que podría acelerar la transición energética en todo el país.
Sin embargo, el éxito de esta iniciativa dependería de superar algunos desafíos. Las municipalidades necesitarían asegurar que la red eléctrica local tenga capacidad para soportar la demanda adicional, además de considerar aspectos de seguridad y mantenimiento de los equipos. También sería importante desarrollar un sistema de tarifas accesible para los usuarios.
El caso de Connecticut demuestra que la transición hacia la movilidad eléctrica no requiere siempre de grandes inversiones en infraestructura nueva. A veces, la solución puede estar justo frente a nosotros, en los postes que ya iluminan nuestras calles. Para las municipalidades costarricenses, este podría ser el primer paso hacia un futuro más sostenible, aprovechando lo que ya tienen para construir lo que necesitan.





