Gracias al subsidio otorgado por el Programa de Transporte de la Dirección de Programas de Equidad (DPE) del Ministerio de Educación Pública (MEP), estudiantes de comunidades insulares y fluviales en Puntarenas ya cuentan con servicio de transporte acuático para asistir a sus centros educativos.
Esta modalidad de transporte, clave en zonas donde el acceso terrestre es inexistente o intransitable, permite que escolares de lugares como Isla Caballo lleguen a sus aulas diariamente en condiciones más seguras. Para que una ruta acuática sea aprobada, debe certificarse mediante una constancia emitida por la municipalidad o autoridad competente que confirme que no existe otra vía disponible. Además, se requiere la documentación correspondiente, como permisos de navegación y el certificado de zafarrancho que acredita al personal de las embarcaciones en la atención de emergencias.
Actualmente, más de 330 estudiantes en todo el país, distribuidos entre las Direcciones Regionales de Educación de Puntarenas, Limón, San Carlos, Sulá, Sarapiquí y Guápiles, se benefician del transporte acuático subvencionado. Estos alumnos forman parte del total de más de 162.000 estudiantes que reciben algún tipo de subsidio de transporte, ya sea terrestre, fluvial o especial, como parte del esfuerzo institucional por reducir las barreras geográficas que dificultan el acceso a la educación.
La inversión anual en transporte estudiantil por parte del MEP supera los ¢49 mil millones, y para el año 2025 se proyecta ampliar la cobertura a por lo menos 3.500 estudiantes adicionales en distintas regiones del país.
Casos como el de la escuela Remolinitos en Sarapiquí ilustran los retos que enfrentan muchas comunidades. En esta institución, ubicada junto al río San Juan, 21 estudiantes llegan en bote cada mañana. Antes de contar con este subsidio, los niños caminaban durante horas por la Ruta Nacional 1856, también conocida como la trocha fronteriza, una vía que se vuelve intransitable durante la época lluviosa. Gracias al apoyo recibido, ahora sus trayectos son más seguros y menos extenuantes.
De igual forma, en la escuela Tambor de Sarapiquí, 36 estudiantes provenientes de comunidades como Caño Tambor y Barbudo utilizan transporte acuático para asistir a clases. La institución también recibe a menores provenientes de Nicaragua, quienes acceden al centro educativo por vía fluvial.
Estos esfuerzos no solo facilitan la asistencia regular a clases, sino que fortalecen la permanencia escolar y promueven la equidad educativa en sectores históricamente excluidos por su ubicación geográfica. Dotar de transporte adecuado a la población estudiantil más vulnerable sigue siendo una prioridad para garantizar su derecho a una educación de calidad en todo el territorio nacional.





