Cambio climático amenaza al Caribe costarricense: Comunidades y UCR se organizan para adaptarse

La región Huetar Caribe, conformada por los cantones de Pococí, Guácimo, Siquirres, Matina, Limón y Talamanca, enfrenta una realidad cada vez más urgente: los efectos del cambio climático ya son palpables y podrían intensificarse en las próximas décadas. La Universidad de Costa Rica (UCR), consciente de esta situación, impulsa un proyecto de acción comunitaria para enfrentar este desafío ambiental que compromete el bienestar, la infraestructura y la seguridad alimentaria de miles de familias.

Según el Plan de Acción Regional para la Adaptación al Cambio Climático de la Región Huetar Caribe 2022–2026, se prevé que para el año 2070 esta región experimentará tanto aumentos como reducciones significativas en las precipitaciones. Por ejemplo, en Isla Calero se espera una disminución del 0,52 % en las lluvias, mientras que en sectores del centro y sureste regional podría haber un incremento del 0,21 %. A ello se sumarán olas de calor más prolongadas —de hasta 50 días— y un aumento general de la temperatura de entre 1 y 1,5 °C, lo que pondrá en riesgo la salud de las personas y la productividad agrícola.

En respuesta, la UCR desarrolla el proyecto “Desarrollando actividades de adaptación al cambio climático en comunidades desde Sarapiquí hasta Siquirres” (ED-3617), ejecutado desde el Recinto de Guápiles mediante la Vicerrectoría de Acción Social. Este trabajo, articulado directamente con las comunidades, busca generar herramientas prácticas para la adaptación climática desde una perspectiva educativa, agrícola y organizativa.

Impacto en los cantones de la región

En Pococí, el proyecto ha brindado acompañamiento a Coope Pococí en la diversificación de cultivos, adaptando prácticas agrícolas frente a la variabilidad climática. Agricultores locales han expresado que los ciclos de siembra ya no coinciden con los patrones de lluvia que conocían sus abuelos, afectando la producción de alimentos.

En Guácimo, la UCR colabora con el Centro Agrícola Cantonal para fortalecer las capacidades técnicas de los productores, promoviendo variedades más resilientes y métodos de cultivo sostenibles ante el aumento de lluvias e inundaciones.

En Siquirres, uno de los cantones con mayor vulnerabilidad ante eventos extremos, las comunidades se han organizado para diseñar rutas de evacuación y reforzar infraestructuras que puedan servir como albergues temporales durante emergencias climáticas.

En Matina, donde las lluvias intensas han afectado repetidamente la red vial y los accesos a centros educativos, se han desarrollado espacios de capacitación en escuelas y colegios, promoviendo la educación ambiental y la sensibilización desde edades tempranas.

En Limón, la actividad portuaria y la dependencia del turismo hacen aún más crítica la necesidad de planificación ante el aumento del nivel del mar. Las acciones locales se han enfocado en el fortalecimiento de capacidades comunitarias y en la formación de una red ciudadana para el monitoreo del clima.

En Talamanca, territorio con importante presencia indígena, el proyecto ha respetado y promovido los saberes tradicionales en torno a la agricultura, incorporándolos en procesos de diálogo con la ciencia para enfrentar juntos los desafíos climáticos. Se han promovido también técnicas de conservación del suelo y manejo del agua, esenciales para la seguridad alimentaria.

Educación, redes comunitarias y justicia climática

Uno de los pilares del proyecto ha sido la capacitación de docentes para que lleven el tema del cambio climático a las aulas. Además, se ha logrado conformar una red comunitaria con más de 50 integrantes en distintos cantones, quienes comparten conocimientos, experiencias y acceden a becas y talleres sobre adaptación al cambio climático.

La justicia climática es un concepto que ha guiado estos esfuerzos: aunque Costa Rica es un país de emisiones relativamente bajas, sus regiones más vulnerables están entre las primeras en sufrir las consecuencias. El Caribe costarricense, históricamente excluido de muchas decisiones de desarrollo, enfrenta hoy una nueva urgencia que demanda inversiones sostenidas y políticas públicas coherentes.

Con el compromiso de instituciones como la UCR y el involucramiento activo de las comunidades, la región Huetar Caribe avanza en el fortalecimiento de su resiliencia frente a la crisis ambiental más grave de nuestro tiempo. El reto es mayúsculo, pero también lo es la determinación de quienes habitan y cuidan este territorio.

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