Municipalidades costarricenses podrían replicar modelo escocés de energía renovable comunitaria

Glasgow, una de las ciudades más grandes del Reino Unido, ha lanzado una innovadora iniciativa que podría ofrecer un valioso referente para los gobiernos locales en Costa Rica. Mediante su nuevo Marco de Energía Renovable Comunitaria (Community Renewable Energy Framework, CREF por sus siglas en inglés), el ayuntamiento de Glasgow ha puesto a disposición de organizaciones comunitarias 5,5 hectáreas de terreno con el propósito de que sean transformadas en proyectos de generación de energía renovable liderados por la comunidad.

Los terrenos —ubicados en sectores tradicionalmente postergados como Milton y Easterhouse— representan espacios subutilizados que ahora tendrán el potencial de convertirse en activos comunitarios generadores de energía limpia, reduciendo emisiones de carbono y generando beneficios económicos directos para sus habitantes.

Este modelo propone que las organizaciones comunitarias identifiquen la mejor tecnología de energía renovable según su contexto —ya sea solar, eólica u otra—, con el respaldo técnico y acompañamiento del gobierno local y de entidades especializadas como Local Energy Scotland. Uno de los principios fundamentales del proyecto es que cualquier excedente económico que se genere deberá ser reinvertido en la comunidad que impulsa la iniciativa.

¿Cómo podría implementarse una iniciativa similar en los cantones costarricenses?

Aunque el contexto escocés difiere del costarricense, existen elementos del modelo de Glasgow que pueden ser adaptados para fortalecer la gestión municipal en Costa Rica y diversificar la matriz energética local. A continuación, se proponen algunas ideas para su tropicalización:

1. Identificación de terrenos municipales ociosos

La mayoría de las municipalidades del país poseen terrenos subutilizados que podrían destinarse al desarrollo de proyectos energéticos de pequeña escala. Inventariar estos espacios y clasificarlos según su potencial para energía solar, microhidroeléctrica o biomasa, permitiría establecer una base para proyectos liderados por juntas de vecinos, asociaciones de desarrollo o cooperativas locales.

2. Marco regulatorio cantonal

Tal como Glasgow ha diseñado un marco específico para facilitar la participación ciudadana en la transición energética, los gobiernos locales costarricenses podrían establecer ordenanzas municipales que promuevan y regulen el uso de terrenos municipales para estos fines, en coordinación con el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).

3. Alianzas técnicas

Así como Local Energy Scotland asesora a las comunidades escocesas, en Costa Rica podrían establecerse convenios entre municipalidades y universidades públicas —como el TEC o la UCR—, así como con el ICE o fundaciones ambientales, para brindar capacitación técnica, evaluación de viabilidad y acompañamiento en la formulación de proyectos energéticos comunitarios.

4. Mecanismos de financiamiento

El éxito de estos proyectos dependerá también de una fuente de financiamiento accesible. El Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD), junto con organismos internacionales como el PNUD o la cooperación europea, podrían facilitar líneas de crédito o fondos no reembolsables para proyectos comunitarios de generación distribuida.

5. Participación ciudadana y beneficios comunitarios

Una condición indispensable, tanto en el caso escocés como en un eventual modelo costarricense, es que los beneficios económicos, sociales y ambientales se queden en las comunidades. Esto significa no solo que las utilidades se reinviertan en infraestructura local, sino que la comunidad participe activamente en la toma de decisiones.

Un paso hacia la descentralización energética

En un momento donde la descentralización es una demanda creciente en los territorios costarricenses, este tipo de propuestas representa una oportunidad para que las municipalidades asuman un rol más activo en la transición energética. Más allá de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, se trata de democratizar el acceso a la energía, fomentar la autonomía comunitaria y dinamizar las economías locales.

Así como Glasgow está utilizando terrenos urbanos olvidados para impulsar la resiliencia energética, en Costa Rica los cantones podrían liderar una transformación similar, tropicalizando la experiencia escocesa y adaptándola a sus realidades geográficas, sociales y climáticas. Una política energética local, participativa y sostenible ya no es una utopía: puede nacer desde las comunidades y florecer con el apoyo decidido de sus municipalidades.

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